Asesoría Financiera

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domingo, 8 de agosto de 2010

Valor vs Precio


                                                ¿Por qué Pocoyó y no yo?
Domingo, 1 de noviembre del 2009 13:08 - Javier Carmona
Tras la crisis, las empresas que quieran recursos financieros deberán demostrar su credibilidad a nuevos inversores, pues hoy no tiene sentido buscar deuda en los bancos.

El negocio básico de un banco tradicional está basado en maximizar la rentabilidad entre el tipo al que se presta dinero a unos clientes (créditos), y el coste que se paga por lo que depositan en el banco otros clientes (depósitos).

Durante los años del boom económico, se fue desajustando esta práctica y pasaron a ser más superiores los créditos que los depósitos: en el año 2007 mientras los créditos representaban casi el total del activo de un banco normal español, los depósitos de clientes (que es lo que tiene que utilizar el banco para financiar los créditos), eran tan solo el 47%, el resto se tuvo que financiar con lo que se llama financiación mayorista (bonos, cedulas hipotecarias, pagarés,..), un crédito más caro y que depende de que otros bancos o inversores les quieran financiar. Ahora lo que toca es volver a ajustar el balance y, por tanto, bajar el crédito.

En este nuevo escenario los recursos propios recuperarán el protagonismo perdido en la estructura de capital de las empresas.

No obstante, Dios aprieta pero no ahoga, quizá por avatares del destino, la situación actual coincide en España con los primeros pasos del Mercado Alternativo Bursátil (MAB) dirigido a empresas en expansión. Si una empresa tiene capacidad para crecer, buenas posibilidades de mejorar su posición competitiva vía productos innovadores que aporten verdaderas ventajas comparativas o tiene capacidad para alcanzar otros mercados el MAB puede ser la solución para llevar adelante sus proyectos y salvar las restricciones financieras actuales.

El ejemplo más claro es el de la primera cotizada en este Mercado, Zinkia. Esta empresa, en plena crisis, ha conseguido siete millones de euros de financiación vía recursos propios, mediante una OPS (Oferta Pública de Suscripción) del 15% de su capital. Sus ventajas son indudables: ha reducido significativamente su nivel de riesgo y, lo que es más importante, ha captado recursos suficientes para hacer realidad su estrategia competitiva y poder seguir creciendo con independencia del préstamo bancario. Zinkia “ha dado un salto de dimensión” porque, por supuesto, los inversores han creído en su proyecto.

Los inversores en la primera empresa que ha salido al MAB han sido institucionales: SICAVs, fondos de inversión de smalls caps y planes de pensiones. Una parte de su cartera está necesariamente dedicada a este tipo de activos: empresas que pueden dar grandes rentabilidades y que tienen más riesgo. Su empresa, en caso de salir a cotizar, entrará en esta parte de diversificación de sus inversiones.

Además de la obtención de fondos, el MAB puede reportar liquidez para los accionistas descontentos. Hoy en día existen un gran número de  empresas familiares, con un tamaño óptimo para el MAB, que presentan problemas sucesorios y conflictos intergeneracionales. La dificultad de transmitir las acciones enquista la salida de algunos de los accionistas no atraídos ya por el negocio familiar. El MAB proporcionaría a esos accionistas liquidez, pero con una gran ventaja, liquidez a precios de mercado.

Es cierto que la empresa cotizada en el MAB está sometida continuamente al examen de los inversores, ya que la valoración de las expectativas futuras justificará el precio actual de las acciones. Pero al mismo tiempo es una oportunidad, ya que puede darse el caso de que empresas con grandes expectativas de crecimiento debidamente justificadas, puedan colocar sus acciones en el Mercado a un precio muy por encima del valor que conste en libros y que sucesivamente su cotización siga aumentando de cumplirse sus expectativas.

Esas empresas “con buenos fundamentales” tendrán grandes facilidades para que sus sucesivas ampliaciones de capital sean bien acogidas por los inversores y pueda continuar con su proceso de expansión bajo una estructura de capital apoyada en recursos propios y no en apalancamiento, lo que redundará en la credibilidad ante las entidades financieras, clientes y proveedores. Todo un “círculo virtuoso”.

Por tanto, si su proyecto empresarial es capaz de crear valor para sus accionistas, y piensa que este potencial de creación de valor puede atraer recursos financieros, hágase la siguiente pregunta: “¿Por qué Pocoyó y no yo?”

Publicado en el Economista, miércoles 28 de octubre de 2009
 
 
Principio del buen empresario: Nunca estar sólo

El papel del asesor

Asesorar a una empresa en crisis

En la actual situación de crisis económica y financiera, son numerosas las empresas en crisis que necesitan asesoramiento en la toma y ejecución de decisiones corporativas.

Este hecho ha permitido obtener algunas conclusiones sobre cómo se debe actuar en este tipo de compañías en un momento como el actual.

Tomemos como ejemplo la operación de venta de una compañía.

En primer lugar es importante tener claro a qué nos enfrentamos, cuál es la situación en la que tenemos que llevar a cabo nuestro asesoramiento.

En pocas palabras, la situación se puede definir como de colapso financiero: la reducción de financiación provoca una reacción en cadena que comienza con un incremento de deuda a proveedores, que suele desembocar en problemas de suministro y que impide el correcto desarrollo de la actividad de la empresa.

La falta de cumplimiento en los compromisos adquiridos lleva a su vez a un descenso de pedidos por falta de confianza de los clientes. Como resultado, la empresa asiste a una caída de ventas, caída de márgenes y reducción del flujo de caja.

Para mayor desolación, el entorno no ayuda. La crisis se ha iniciado hace meses pero se quiere buscar la solución ya, de forma inmediata. Urge recuperar el tiempo perdido, con la consiguiente presión que eso supone en la plantilla.

Normalmente, son muchas las personas que proponen variadas soluciones e invariablemente asistimos a una situación en la que todo el mundo opina y donde los puntos de vista no tienen por qué ser coincidentes. Se inician varios procesos que quedan semi-definidos y que lejos de ser una solución, acaban siendo un problema adicional. La consecuencia clara es que se genera información defectuosa que no ayuda a capear la crisis.

Por último, en estas situaciones las expectativas son poco realistas. El precio esperado por el empresario generalmente no se corresponde con la evolución y situación de la compañía en un momento de crisis. Pero no sólo las expectativas son excesivas en cuanto al precio, sino también en cuanto al tiempo. El empresario piensa que en cuestión de días, la operación será realizada.

Para llevar a cabo una adecuada labor de asesoramiento al empresario hay que analizar en primer lugar las partes implicadas y los objetivos de cada una de las partes. En segundo lugar  es fundamental  tener clara la estructura organizativa del proceso. Y en tercer lugar, es necesario llevar el proceso con celeridad, elaborando un plan desde el inicio y siendo extremadamente prudentes con el manejo de la información.

Sola así conseguiremos llevar la operación corporativa a buen fin.
 Fuente : http://www.onetoone.es/index.php/blog-de-mo-jose-martinez/340-asesorar-a-una-empresa-en-crisis